Un poco de historia
Curiosamente no es en Italia donde más se consume este tipo de pasta. Tras siglos de comercio y trato común entre Catalunya y el sur de Italia el intercambio cultural y, en especial, gastronómico entre los territorios popularizó los canelones en la península ibérica.
En Catalunya la imitación de los cannelloni fue introducida por los cocineros italianos de familias de la burguesía barcelonesa en el siglo XIX. Se extendieron rápidamente por todas las clases sociales con algunas modificaciones para adaptarlos al gusto catalán y desde entonces son típicos en la cocina catalana.
Estos no se dejan al dente, sino que se cocinan bien y posteriormente se gratinan un poco al horno para que el exterior quede crujiente. Otra diferencia es que la carne es asada, se pasa por la sartén donde luego se hará el sofrito y a continuación se pica, mientras que los canelones a la boloñesa, se hacen directamente con carne picada y mezclada con un sofrito con zanahoria y apio.
Tradicionalmente los canelones se bañan en salsa bechamel cubierta con queso rallado para gratinarlos al horno.
Son un plato muy popular en Argentina, Uruguay y Costa Rica (en este último se les suele freír envueltos en huevo u hornearlos y rellenarlos de carne)1 debido a la gran inmigración italiana hacia esos países.
La invención y el perfeccionamiento del canelón se atribuye al compositor Gioachino Rossini, de quien se dice que, además de tener muy buen gusto en su paladar, era un excelente cocinero.
Los cannelloni alla Rossini originales eran rellenos de carne o pollo con foie gras, champiñones o trufas y vino dulce o fortificado. Estaban bañados con bechamel, queso parmesano y/o ralladura de trufa.
Hoy en día existen diversas versiones de estos canelones: rellenos con ricotta, con jamón, con carnes diversas o con espinacas y sazonados con salsa blanca y de tomate.